Honro a las personas en mi vida y les demuestro respeto. Mas, ¿recuerdo honrarme y respetarme a mí? Al hacerlo también honro a Dios, porque soy Su creación divina. ¿Cómo he de honrarme? Escucho y sigo el silbo apacible y delicado, el cual guía mis pensamientos, palabras y acciones. Doy gracias por mi cuerpo y decido comer correctamente y hacer ejercicio.
Reconozco mis habilidades y talentos únicos, consciente de que siempre puedo aprender y hacer más. Tomo tiempo para la reflexión espiritual. Esta es parte importante de mi vida y un reflejo de quien soy como una creación amada y honrada de Dios.
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