domingo, 8 de abril de 2012


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Dejo ir y permito que la magnificencia de Dios fluya por medio de mí. 
Esta es una afirmación poderosa de Verdad: Dejar ir, dejar a Dios actuar. Sé que cuando me aferro a un problema, mi mente corre para tratar de arreglarlo. De esta manera trabajo en el problema, en vez de dar paso a la solución. 
Al dejar ir, permito que la sabiduría divina fluya libremente. En vez de levantar las manos con desesperación, las uno y me dirijo a mi interior. En el silencio de la oración, las respuestas que he estado buscando surgen fácilmente a la superficie de mi conciencia. 
Los milagros suceden. Cuando me hago a un lado y permito que la guía divina fluya, libero la sabiduría de Dios en mí

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