Cuando relaté mi primera experiencia "fuera del cuerpo", toda la sala guardó completo silencio. Terminé la charla de dos horas con un relato minucioso de las mil muertes que había acompañado. El público, puesto de pie, me ovacionó. Después de los aplausos, un monje atraviado con una túnica color naranja se acercó al estrado en actitud reverente y se ofreció a aclararme algunas de las cosas que había dicho. En primer lugar, me dijo que aunque yo creía que no sabía meditar, existen muchas formas de meditación:
Cuando está sentada junto a enfermos y niños moribundos, concentrada en ellos durante horas, está en una de las formas superiores de meditación.
La rueda de la vida (Elisabeth Kübler-Ross)
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