domingo, 29 de abril de 2012

Consejo de corazón sobre la asistencia a los moribundos




En un hospicio que conozco moría de cáncer de mama Emily, una mujer de casi setenta años. Su hija solía visitarla todos los días y, al parecer, mantenían una relación feliz. Pero cuando su hija se iba, Emily casi siempre se sentaba a llorar a solas. La causa del llanto,como no tardó en saberse, era que su hija se negaba en redondo a aceptar que la muerte de su madre era inevitable y se pasaba el rato alentándola a "pensar de un modo positivo", con la esperanza de que así se curaría el cáncer.
Lo que en realidad ocurría era que Emily tenía que guardarse para sí todos sus pensamientos, los profundos temores, el pánico y la aflicción,sin poder hablar de ellos con nadie, sin tener a nadie que la ayudara a explorarlos nadie que le ayudara a entender su vida ni a nadie que le ayudara a encontrar un sentido curativo a su muerte.
Lo esencial en al vida es establecer con los demás una comunicación sincera y libre de temores, y ésta nunca es tan importante como cuando se trata de una persona moribunda, como me enseñó Emily.
Con frecuencia la persona que va a morir se muestra reservada e insegura y no sabes cuáles
son tus intensiones la primera vez que vas a visitarla. Así pues, no esperes que ocurra nada extraordinario;limítate a ser tú mismo,relajado y natural. Muchas veces las personas que la acompañan no saben que decir que hacer. Es difícil averiguarlo que intenta decir, e incluso lo que está ocultando. A veces, ni siquiera ella misma lo sabe. Por consiguiente, lo principal es disipar cualquier tensión que pueda haber en la atmósfera de la manera más fácil y natural.
Un vez que se ha establecido la confianza, la atmósfera se vuelve relajada, y eso permite a la persona moribunda sacar a la luz las cosas de las que realmente quiere hablar. Anímala afectuosamente a sentirse lo más libre posible para  expresar sus pensamientos,temores y emociones sobre la muerte y el morir. Desnudar así las emociones sinceramente   es la clave de cualquier transformación posible,de hacer las pases con la vida o tener una buena muerte, y es necesario darle a la persona libertad absoluta y el permiso sin restricciones para que diga lo que quiera.
Cuando el moribundo empiece por fin a comunicar sus sentimientos íntimos, no interrumpas, discutas ni restes importancia a lo que diga. Los enfermos terminales o moribundos  se  hallan en la situación más vulmerable  de  su vida y necesitarás toda tu habilidad y todos tus recursos de sensibilidad,afecto y amorosa compasión para permitirles que se abran a ti. Aprende a escuchar y a recibir en silencio: un silencio receptivo y sereno que haga que la otra persona se sienta aceptada. Permanece tan relajado y tranquilo como puedas, siéntete cómodo; sientate junto a tu pariente o amigo a punto de morir como si no tuvieras nada más importante ni más agradable que hacer.
Libro tibetano de la vida y  de  la muerte -Sogyal Rimpoché



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