sábado, 10 de agosto de 2013

Aprende a vivir

Era una mañana de domingo cálida, llena de flores multicolores que vestían a la primavera, con un sol radiante y un cielo tan azul como el mar.
Era una mañana de almuerzo en familia, de sonrisas de niña y ternura de abuela cocinando “la pasta con tuco”, era una mañana de amor de madre que se disponía a hacer crema para unas deliciosas frutillas a pedido de su hija.
Era una mañana de sonrisas y esperanzas hasta que de pronto todo comenzó a nublarse….
Mariela sintió un dolor en sus piernas y creyó que eran calambres, luego vino el médico de emergencias le colocaron una inyección diciéndole: es el nervio ciático señora.
Una hora después la ambulancia volvía pero para llevarla al hospital pues no tenía sensibilidad de la cintura para abajo.
No sentía sus piernas, ni su vejiga, ni sus intestinos, ni sus pies….
Mariela tiene 39 años, es divorciada, mamá de una niña de 12 años y es sostén de su hogar. Vive con su madre y entre las 3 sobrellevan la vida con amor, alegría y trabajo.
Mariela es bella, tiene unos ojos enormes y una cabellera renegrida y hermosa, Mariela es responsable y alegre, pero ahora sus ojos tienen el brillo de las lágrimas a flor de piel y de la incertidumbre del mañana….
Mariela estuvo 21 días internada y aún no tiene diagnóstico claro, ha vuelto a su casa con una alternación domiciliaria, muchos remedios, sondas, y un sin fin de temores que va tratando de superar.

Era también una mañana, pero de un jueves cuando Ernesto que ya venía con algunos problemas en sus piernas intenta levantarse de la cama y se cae.
Sus brazos no respondían y sus piernas tampoco….
Llamó apresurado a un primo para que lo ayudara y lo llevara a un hospital.
Su esposa sola no podía con él.
Ahora lleva una semana internado, hubo momentos en que todos sus músculos comenzaron a debilitarse y ya casi no podía respirar, no puede siquiera ir al baño solo ni rascarse la cara, por decir algo.
Su celiaquismo nunca tratado e ignorado lo ha llevado a una polineuritis desmilienizante.
Ernesto tiene 53 años, una esposa de 35 y dos hijos de 10 y 8 años….
Ernesto aún tiene mucho por hacer, por dar y por aprender, por él y por sus hijos, tiene mucho por vivir….
Igual que ellos una madrugada de un 9 de julio, Facundo salía de un hotel rumbo al aeropuerto que lo llevaría una vez mas por los caminos del mundo a despertar almas dormidas, a encendernos con su luz, sobreponiéndose a sus dolores y a su cáncer con el espíritu de un guerrero y el alma de un sabio y apenas comenzado el camino, la muerte lo esperaba certera, implacable y precisa….
Por qué cuento estas historias o recuerdo lo de Facundo..? Es simple, es porque creo que debemos comprender el mensaje que siempre repetía él precisamente: “la vida es aquí y ahora mismo” y hay que gozarla, vivirla a pleno, no perderse un instante ni dejar nada para mañana, pues no sabemos cuando ni como nos sorprenderá la enfermedad, la muerte o cualquier otro hecho que nos ponga un freno y nos impida momentáneamente o para siempre, seguir  disfrutando esta vida.
Debemos aprender a no dejar nada para mañana, pero más aún debemos aprender a vivir, que no es solo darse los gustos, ir de vacaciones o cambiar el auto por uno último modelo.
Vivir no es acumular bienes ni comprarle a los hijos ropa de marca o la mejor PC, no es trabajar sin descanso para poder tener el último celular, la casa mas grande o la cuenta mas abultada en el banco….
Vivir no es perdernos almuerzos en familia o ir detrás del estrés en una vorágine de tiempos que no alcanzan y compromisos que nos superan….
Vivir no es dejar de lado la pareja, un momento de relajamiento en casa mirando el fuego de la chimenea, escuchando buena música y por qué no en silencio a cambio de una reunión de negocios.
Vivir no es no parar ni trabajar 18 horas por día y terminar con un/a amante porque nuestra mujer u hombre se cansó de esperarnos….
Vivir es encontrarse, es darse permiso para el llanto, la risa y el amor…
Vivir es no dejar para mañana lo que podemos hacer o decir hoy, es acumular emociones y vivencias, es disfrutar la niñez de nuestros hijos y la piel suave de nuestra compañera/o, es no sufrir por estar solo/a porque en la soledad también está la paz y nunca está solo el que tiene a Dios y el que comprende que Dios vive dentro de uno…
Vivir es saborear la fruta madura y es darle a cada cosa y persona su tiempo y su lugar, es no creernos imprescindibles, pero tampoco insignificantes, vivir es tomar conciencia de que hemos venido a esta vida a algo mucho mas profundo y maravilloso que hacer dinero o acumular bienes.
Vivir es comprender la trascendencia de nuestra vida a la que vinimos a dar y a recibir, sobre todo amor, y a aprender que el AMOR es el único camino y que ese amor nos sobrepasa y sobrepasa a todas las personas que nos rodea porque como bien decía Facundo el amor siempre estuvo, el amor es anterior a nosotros, el amor nos creó pues somos una creación divina hecha con el más puro amor que Dios Padre Creador pudo poner, el amor incondicional que todo lo da y que nada espera, el amor que no separa sino que une, el amor que lleva de la mano al perdón, la aceptación, la paz y en consecuencia la salud.
Porque enfermamos por no parar, enfermamos por no cuidarnos, enfermamos por no perdonar, por no sanar el pasado, enfermamos porque nuestra mente no olvida y se alimenta de viejos rencores, enfermamos porque hay dolores que no superamos, enfermamos porque no entendemos que nadie puede dar lo que no aprendió y porque preferimos la crítica y el rencor antes que la comprensión y la tolerancia.
Enfermamos porque no queremos abrir nuestra mente y nuestro corazón, porque preferimos hallar siempre el culpable fuera de nosotros, así como preferimos ser llevados como manada por algún líder que nos dice lo que está bien o mal cuando dentro de cada uno existe un Maestro que lo sabe todo y que se llama conciencia, aunque la mayoría de las veces no la escuchamos.
Enfermamos porque no cuidamos el envase con el que estamos transitando esta vida, envase sagrado que nos está permitiendo aprender y elevarnos, enfermamos porque le damos mas trascendencia a las malas noticias que a las buenas, porque somos cómplices de la oscuridad que no quiere que despertemos nuestra luz y podamos ser felices.
Enfermamos porque creemos que la muerte es un “nunca más” cuando en realidad es el mejor de los estadios y nos volveremos a reencontrar no solo arriba sino acá mismo tantas veces como sea necesario, hasta haber concluido nuestro aprendizaje de amor.
Enfermamos por la desidia y la falta de compromiso, por la desinformación y por las apariencias, enfermamos porque nos traicionamos a nosotros mismos cuando al sentir “voces en nuestra cabeza” creemos que estamos locos en vez de pensar que es nuestro ángel o nuestro guía quien lo hace para ayudarnos….
Enfermamos por el egoísmo y por el miedo que paraliza y banaliza impidiéndonos crecer y creer más en nosotros mismos.
Todo puede cambiar en un segundo, en un minuto, de un día para el otro.
Por eso mismo hay que reencontrarnos, hacer un viaje interior y comenzar a perdonarnos, a perdonar y a pedir perdón como el mejor método de sanación y luego debemos seguir observando, deteniéndonos en cada sonrisa, en cada flor, en cada pájaro, en cada tostada caliente servida con amor y en cada bocado que nos llevamos a la boca, en cada beso, en cada “te quiero”, en cada mañana cuando al levantarnos vemos que lo tenemos todo: una cama, un techo, un plato de comida, trabajo, salud, amor, esperanzas, sol, lluvia, flores, animales, todo en perfecto orden y solo para que seamos felices….
Porque Dios hizo todo con amor y para que la felicidad fuese un hecho, solo que nuestras mentes se encargan de que lo olvidemos y que siempre estemos reclamando por aquello que nos falta y en vez de mirar la mitad del vaso lleno, miramos la mitad del vaso vacío.
Nunca se preguntaron como Facundo podía amar la vida, gozarla e invitarnos a ser felices cuando había padecido tantos dolores y sinsabores en su vida….?
Fue porque él entendió el mensaje y fue lo que intentó transmitirnos….
Nunca se preguntaron por qué sobrevivió a ese cáncer que le dio batalla hasta último momento…?
Pues porque dando amor, recibía amor, de los miles de seguidores y admiradores, de sus amigos, de los que tuvimos el placer de conocerlo, de los sanadores, chamanes, líderes espirituales, y de Rosa O José que lo escuchaban por TV o en un CD….
Ese amor, lleno de oraciones, buenos deseos, gratitud, etc., hacía que él pudiera vencer a su enemigo o al menos que tuviera las fuerzas para darle batalla.
Facundo intentó explicarnos el desapego a lo material, aprendió y comprendió que todos llevamos un Cristo interno, que en verdad somos “príncipes hijos del Rey de reyes” y que llevamos su ADN en nosotros y con tamaña herencia no existe forma de no poder crear lo mejor para nuestras vidas, sin necesidad de ir detrás del dinero como lobos hambrientos.
La idea es ir detrás de la perfección, de la luz, de la verdad, y esa verdad la tenemos dentro, no hacen falta líderes ni iluminados, simplemente hay que encontrarla, darse cuenta y sobre todo HACERSE CARGO.
Pues no es “culpa de Dios” lo que nos falta o lo que sufrimos, es culpa nuestra, Dios no castiga, es infinitamente misericordioso por eso nos da tantas oportunidades de volver para que podamos aprender, Dios no elige lo que vivimos lo hacemos nosotros día tras día y cada uno cosecha lo que ha sembrado por lo tanto si sembré rencor, ira, tristeza, ambición, egoísmo, etc. es lo que la vida me devolverá, es lo que el Universo que no tiene sentido del humor y toma todo como una orden, nos enviará a lo largo de nuestra vida….. por lo tanto como decía Cabral: “es buen negocio ser bueno”.
Por eso creo que antes que la vida nos sorprenda o nuestro cuerpo diga BASTA como le sucedió a Mariela, a Ernesto o a otros tantos, antes que la muerte nos espere en una esquina  aprendamos a ser libres de verdad, a valorar, a gozar, a decir un te amo, a perdonar, a pedir perdón, a darnos tiempo para la familia, los hijos o esos padres que quizás mañana ya no estén.
Antes que debamos aprender desde el dolor hagámoslo desde la alegría, la gratitud y bendiciendo no solo lo que tenemos o se nos da, si no también lo que no tenemos porque por alguna razón no ha llegado a nosotros aún.
No perdamos la fe, el optimismo, pensemos en positivo, no miremos noticieros ni nos hagamos cómplices del escepticismo, la crítica y la desesperanza, no seamos cómplices de la depresión o de nuestra mente que nos tortura con dudas y con desconfianzas, aprendamos que la mente debe estar a nuestro servicio y no nosotros al servicio de una mente que siempre nos boicotea la felicidad como bien decía Cabral.
Mariela y Ernesto comprendieron el mensaje, han aceptado hacerse cargo de su luz y reencontrarse, han comprendido que la vida es algo mas que trabajar, comer, dormir, hacer el amor y acumular cosas que luego no nos llevamos cuando morimos.
Ellos ahora entienden que tuvieron muchas señales y no les hicieron caso, ahora les “sobra tiempo” para pensar y darse cuenta, ahora entienden que nada ni nadie se detuvo o se derrumbó porque ellos no estén, como suele suceder con los que no descansan nunca.
Ahora comprenden que los rencores, las peleas, los dolores, la falta de perdón, los temas no resueltos, lo que callaron, lo que dijeron de mala manera, lo que no dieron o no aceptaron, las señales que no advirtieron ni las voces que no escucharon los ha llevado a que hoy si o si deban darse tiempo a la fuerza y parar aunque no quieran.
Afortunadamente en vez de resentirse, han comprendido y han decidido amarse, valorarse, cuidarse y sobre todo han decidido perdonar el pasado, dejar la crítica, las debilidades y los egos, han decidido aceptar que son pequeños dioses que abriendo sus mentes y sus corazones pueden sanar y reencontrar el camino de su luz y de su paz.
Brindemos por eso entonces y aprendamos la lección antes que nos suceda a nosotros. Y sobre todo aprendamos que todos somos UNO, que somos hermanos y que en la medida que entre todos nos enviemos luz y amor, este mundo y esta vida, serán mucho mejores para todos.
Dejemos la competencia, los celos, la envidia, los rencores, todo lo oscuro de lado…. Porque eso nos enturbia el alma, nos apaga la sonrisa, nos limita la mente y sobre todo nos lleva no solo a enfermarnos por dentro sino a enfermar todo lo que nos rodea.
Que Dios los siga bendiciendo a todos.

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